POZO DE ALMAS

POZO DE ALMAS
POZO DE ALMAS

martes, 28 de junio de 2011

MUJERES TEMPLARIAS

TEMPLARIA
Mujeres Templarias
LAS GUERRERAS DEL TEMPLE
¿Era el Priorato de Sión la orden femenina del Temple?
¿O eran verdaderamente guerreras, como dicen algunas tradiciones?
Por José Antonio Solís

El anterior artículo, aportado por el prestigioso y erudito en la materia Christopher Knight (que por cierto su apellido es verdadero, él siempre lo ha considerado algo así como una premonición ya que Knight en inglés significa Caballero) nos deja en el aire un interrogante sobre algo tan intrigante, yo diría también apasionante, como es el tema de si hubo mujeres en el Temple. Y en caso afirmativo cuál fue su función en la Orden.
De entrada los historiadores siempre han obviado el tema, dejando en todo caso de forma más o menos explícita la opinión contundente de que a los templarios (como monjes que eran) les estaba vedada su compañía menos en casos de fuerza mayor y, naturalmente, las labores de su ministerio que incluía (como monjes guerreros, y caballeros que también eran) su protección. Sin embargo multitud de relatos y testimonios documentales parecen indicar lo contrario. Si aceptamos las tradiciones, y esas leyendas transmitidas de generación en generación que algo de verdad siempre tienen en su origen, esta idea cambia totalmente. Tradiciones y leyendas nos hablan de templarios que tienen relaciones de toda índole con mujeres y, lo que es más impactante por cambiar totalmente nuestra imagen del Temple, mujeres mismas formando parte de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y el Templo de Salomón.
¿En que forma o modo se integraron en la Orden las mujeres? Ese es el dilema.
En primer lugar, y la más aceptada seguramente por su fácil adaptación a nuestra imagen del Temple, está la tesis de que formaban bien una regla aparte, aunque paralela, a semejanza de otras órdenes religiosas que siendo de hombres tenían a su vez una “versión” femenina. O incluso que formaban parte de las mismas encomiendas suponiendo en este caso, y en general todos los investigadores, que teniendo una vida totalmente separada. Se trataría de las llamadas “damas del Temple” que citan algunos autores.



Según ese supuesto estas monjas Templarias realizaban trabajos de hospital a semejanza de las actuales monjas-enfermeras, aunque algunas veces se dedicaban a asuntos “femeninos” que iban desde la confección los trajes de los Caballeros a trabajos agrícolas de cuidado de huertas o preparación de alimentos como el queso (el queso, en una época en que no existían las “raciones de combate” en los ejércitos, era parte fundamental de la dieta en campaña por su facilidad de transporte y almacenaje, su larga conservación y su valor nutritivo). También fue aceptada al parecer su colaboración para recibir donaciones, algo así como unas damas de la Cruz Roja de hoy en día, haciendo cuestaciones a favor de la causa.
A favor de esta opción tenemos algunos documentos como el que cita a una tal Acalais (nombre que debe leerse: Asalais al pertenecer a la lengua de Oc) una mujer del Rosellón, que se entrega: “a Dios y a la Santa Caballería de Jerusalén, el Temple, para servirles y vivir sin bienes bajo la autoridad del Maestre”. En el mismo acto entrega como donación su feudo de Villamolac, según se expresa con el consentimiento explícito de sus dos hijos, deseando finalmente: “que Dios me conduzca hasta la verdadera penitencia y a su Santo Paraíso…” (documento D´Albon,  LXVIII- 1133).
También dentro de este apartado podríamos incluir la teoría de que las “damas” templarias estaban adscritas realmente al Priorato de Sión y que el mismo pudo perfectamente ser no la secta o logia esotérica que dicen muchos investigadores, sino simplemente una orden de Monjas unida al Temple… Lo que parece francamente dudoso.

MUJER CABALLERO
Hasta aquí nada excepcional en cuanto a este primer aspecto de la inclusión de elementos femeninos en la muy viril Orden Templaria, aunque sea un nuevo aspecto bastante desconocido de la misma.
Pero lo verdaderamente novedoso es la posibilidad de que hubiera mujeres entre las filas de los combatientes. Pero… ¿realmente es algo tan novedoso?
En la Orden del Temple sí, en la Historia desde luego no sería el primer caso semejante.
Dejando aparte casos excepcionales como el de Catalina de Erauso, nuestra monja alférez, allá por el siglo XVII, tenemos un antecedente de esta hipótesis: el de las gladiadoras que combatieron en las arenas de los circos del Imperio Romano ocupando el lugar de gladiadores masculinos. Y no olvidemos que pese a lo que parecen propagar las películas los gladiadores eran algo así como una cofradía u orden monástica, con un sentido religioso que no suele ser citado ni en los libros de historia, aunque bien es verdad que su ingreso no era siempre voluntario ya que muchas veces se obligaba a entrar en esa fraternidad combatiente –y fraticida- a esclavos que reunieran ciertas aptitudes. En todo caso como dijimos era un mundo de valores eminentemente masculinos en el que sin embargo se “colaron” muchas mujeres y, también sin embargo, hasta hace poco era un tema bastante desconocido, como si los historiadores lo ignoraran. Seguramente por ser algo tan increíble que parecía desprestigiar, por fantasioso, al investigador que lo afirmara.
Conocido, sin embargo, es el caso de Juana de Arco. Que luchó en primera fila a caballo y con armadura, apenas cien años después de la disolución oficial de los templarios.

¿Hay alguna pruebas de que mujeres combatieran en las filas del Temple?
El libro: The Latin Chronicle of the Kings of Castile, translated with an Introduction and Notes by Joseph F. O'Callaghan (una crónica que es la traducción del árabe al inglés de las obras de diversos autores musulmanes españoles), Medieval & Renaissance Texts & Studies vol. 236 (Tempe, AZ, 2002), en sus páginas: 49-56, hablan de la batalla llamada de Al-'uqab, o "La Batalla", se trata de la batalla de Las Navas de Tolosa. En ella intervinieron con gran coraje contingentes templarios: “…estimulados por las hazañas de sus compañeras…”. La traducción es al parecer inequívoca.
Además el cronista Ibn Abi Zar, que narró la batalla desde el punto de vista musulmán, escribe: “Se plantó la tienda roja, dispuesta para el combate en la cumbre de una colina, Al-Nasir vino a ocuparla y se sentó sobre su escudo con el caballo al lado; los negros rodearon la tienda por todas partes con armas y pertrechos. La zaga, con las banderas y tambores, se puso delante de la guardia negra con el visir Abu Said ben Djami. Se dirigió contra ellos el ejército cristiano, en filas, como nubes de langostas; los voluntarios les salieron al encuentro y cargaron sobre ellos, pero desaparecieron entre las filas de los cristianos, quienes los cubrieron y combatieron terriblemente, todos los voluntarios murieron mártires, sin quedar uno… cuando vieron que los voluntarios habían sido exterminados, que los andaluces huían, que el combate arreciaba contra los que quedaban, y que cada vez los cristianos eran más numerosos, se desbandaron y abandonaron a Al-Nasir. Los infieles los persiguieron espada en mano, no siendo menos crueles las mujeres que los hombres de la Orden que profanó el Templo de Salomón y sus santos lugares… hasta llegar al círculo de negros y guardias que rodeaban a Al-Nasir; pero los encontraron que formaban como un sólido muro, y no pudieron abrir brecha; entonces volvieron las grupas de sus caballos acorazados contra las lanzas de los negros, dirigidas contra ellos, y entraron en sus filas. Al-Nasir seguía sentado sobre su escudo, delante de su tienda, y decía "Dios dijo la verdad y el demonio mintió", sin moverse de su sitio, hasta que llegaron los cristianos junto a él. Murieron a su alrededor más de diez mil de los que formaban su guardia… El degüello de musulmanes duró hasta la noche, y las espadas de los infieles se cebaron en ellos y los exterminaron completamente, tanto que no se salvó uno de mil. Los heraldos infieles gritaban: Matad y no apresad, el que traiga un prisionero será muerto con él. Así que no hizo el enemigo un solo cautivo este día.” (Ibn Abi Zar, Rawd al-quirtas).

El texto es elocuente y parece derribar dos mitos, el de la presunta benevolencia con los vencidos en las batallas de la reconquista española y el de que las mujeres no combatieron en la Orden del Temple.
¿Contravenían la Regla templaria? Si la tomamos al pie de la letra, sin duda que sí. Pero no olvidemos que muchas cosas pierden su sentido fuera del contexto histórico en que se dicta, pudiera ser que en su momento la interpretación fuera diferente. Además… donde hay una regla, también hay excepciones. Realmente suena a pura fantasía, pero ahí están los textos… y las tradiciones, que en diferentes lugares (norte de España y Francia, principalmente) hablan de mujeres compartiendo la vida común (aunque no dicen que en los mismos recintos) con los caballeros del Temple.
Sin embargo llama la atención que en las actas de los diversos procesos contra los templarios que desembocaron en la disolución de la Orden no se cite esta camaradería combatiente como algo nefando o pecaminoso, es más, ni siquiera se cita. Pero ello podría ser debido a dos motivos, que no fuera considerado una falta –quizá hasta hubiera alguna dispensa eclesiástica que no conocemos-. O que el hecho era ya desconocido cuando fue disuelta la Orden, pues los textos que hacen referencia a la participación en los combates de mujeres entre los templarios son de principios del siglo XIII, mientras que la persecución del temple fue ya en el XIV. Cien años son muchos años para una época que los medios de transmitir información eran tan limitados.
Por otro lado tan dispar interpretación sobre la Orden y sus estatutos llega a otros campos. Si nos atenemos al literal de las presuntas “reglas” que han llegado hasta nosotros los caballeros templarios, aparte de no lavarse, no se cambiarían de ropa interior que debería estar compuesta básicamente por unos calzones de piel de oveja, algo tan difícil de creer ya que otros testimonios de la época (que algunos autores se empeñan en considerar literalmente como de verdaderos “guarros”), nos afirman todo lo contrario. Quizá la verdad esté en que las presuntas reglas del Temple sean eso, presuntas, y las que se aplicaban realmente no han llegado a nosotros.




LA ESTELA MORTUORIA


Hasta la aparición de la estela que representa el combate de dos gladiadoras: Achillia y Amazona (sin duda los nombres de “guerra o artísticos” de las dos mujeres), y la posterior de la tumba de una gladiadora en Inglaterra, el que hubieran existido mujeres en las arenas de los circos se consideraba “pura fantasía”. A pesar de las evidencias de diversos textos.
¿Habrá que esperar a la aparición de la tumba de una guerrera templaria para dar crédito a que hubo mujeres combatiendo en las filas de los monjes-caballeros?


Si quieres saber más : http://www.misteriosdelahistoria.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario